COLECTIVO INDEPENDIENTE LA BUFA

La bufa es un Colectivo Independiente que aborda el acto creativo como BÚSQUEDA. Diferentes posibilidades de sentidos se abren en la exploración del cuerpo como escritura, meditación y elevación.

PROMETEO ENCADENADA: LA REESCRITURA DEL MITO

Por: Macarena Trujillo C.
Licenciada en Sociologia, Universidad de Concepción
Master en Genero, Universidad Complutense de Madrid
Master en Evaluación de Programas y Políticas Públicas UCM
En todas las sociedades se pueden observar la existencia de mitos fundacionales que componen y configuran la realidad social. Estos relatos, aunque se visten de un ropaje de neutralidad, contienen una carga valórica que se impregnan en los cuerpos sociales por medio de métodos violentos de repetición y de legitimación de los mismos. En este proceso los dispositivos de poder juegan un papel fundamental, permitiendo que estos relatos se enmarquen como SABERES y VERDADES llamadas a ser las “únicas” y “legitimas” desde las distintas cosmogonías.Dentro de algunas de las funciones sociales y políticas que cumplen los mitos fundacionales, podemos nombrar:- Cumplen un papel explicativo en relación a la génesis de los seres humanos.- Proporcionar cohesión social por medio de la construcción de identidad(es) basados en discursos sociales determinados.- Legitiman las relaciones de Poder establecidas y justifican el orden social.- Permiten y prescriben conductas inscribiéndolas dentro de lo aceptado y de lo inaceptable (por ende de lo castigable).- Como resultado: Se inscriben en los imaginarios y en los cuerpos de las y los sujetos. En el marco del quehacer de la compañía Bufa, cabe preguntarse que papel juegan los mitos y tragedias griegas en la construcción de los imaginarios sociales occidentales y en específico de las sociedades latinoamericanas. En nuestra región se han cancelado por medio de la fuerza y como parte de los dispositivos de colonización del saber los mitos fundacionales de nuestras culturas originarias, para dar paso a la legitimación de los mitos provenientes del “viejo mundo”. Así, estas narraciones pasan a conformar los ejes fundacionales de lo que se denomina cultura occidental. Esta cultura es definida por mirada feminista como androcéntrica y eurocéntrica. Con androcentrismo se hace referencia a la construcción de la REALIDAD y del sujeto desde el punto de vista masculino, destacando a éste como ser neutro universal. Desde el androcentrismo, como señala Luce Irigaray[1], lo femenino se construye como lo “no masculino”, es decir como otredad. En este sentido podemos afirmar que para que una cultura sea androcéntrica, ésta debe haber atravesado por un proceso de cuestionamiento[2] y reflexión en torno a lo qué es lo masculino y lo femenino y a su vez, haber posicionado estas concepciones dentro de un sistema de clasificaciones jerárquicas (vinculadas con estatus diferenciados) situándolas siempre como categorías opuestas. Cabe mencionar, a su vez, que no existe una cultura que siendo androcéntrica que no sea patriarcal.En la Teogonía de Hesíodo, donde se relata el mito de Prometeo, asistimos a la narración de la creación de la humanidad y a la vez, a la génesis de la distinción de lo masculino y de lo femenino desde una visión androcéntrica y patriarcal de la misma (la que entendemos reflejo de la propia sociedad griega). El mito nos relata como Prometeo y su hermano Epimeteo (hijos del titán Japeto y de la ninfa Temis), fueron los encargados de poblar el mundo de animales y seres humanos (sólo varones, androcentrismo puro) y de recursos para que éstos sobrevivieran. Los hermanos se dividieron el trabajo, Epimeteo (cuyo nombre significa ocurrencia tardía) estuvo a cargo de entregar diferentes atributos a los animales como fuerza, rapidez, piel, plumas, etc; pero cuando le tocó entregar cualidades a los seres humanos se dio cuenta que ya las había entregado todas y sin saber que hacer acudió a Prometeo, quién se encargó de crear a los seres humanos. Al verlos tan desvalidos en comparación a otros animales, le robo el fuego a los dioses para entregárselos a éstos. Este robo fue castigado por Zeus condenándolo eternamente a ser devorado por un águila, la que durante el día comía su hígado el que por la noche se regeneraba por completo[3].Pero éste no fue el único castigo para Prometeo: Zeus crea a Pandora. Mercedes Madrid[4] al respecto señala: “la creación de Pandora es concebida por Zeus como un mal para los hombres, como el instrumento de venganza contra Prometeo (y, por extensión, contra los hombres), y como el castigo por el intento del titán de rivalizar con el soberano de los dioses en un duelo de astucia. De ahí que a las mujeres en general se las clasifique reiteradamente en la Teogonía de kakón “mal”, como si es fuera la condición esencial de su naturaleza”En este contexto podemos reconocer como el mito de Prometeo y su difusión por medio de Esquilo, ha calado profundamente en el imaginario de la cultura occidental. El mito se constituye como una legitimación del patriarcado que para mantenerse a lo largo del tiempo debe procurar(se) discursos donde se valide la construcción de las identidades y roles de género basados en estatus diferenciados. Vemos esta validación en escenas tales como la misoginia, el sexismo y la violencia hacia las mujeres.En este sentido, M. Dolors Molars Font[5] señala que la Teogonía de Hesíodo es una de las primeras referencias de la violencia simbólica hacia las mujeres puesto que “se desvalora y menosprecia a las mujeres desde el momento mismo de su aparición, justificando de esta manera la construcción cultural de las asimetrías sociales entre los sexos. Narra el poeta que los hombres vivían felices y libres de todo mal hasta que los dioses les castigaron a causa de la soberbia de Prometeo que les había robado el fuego. Y así fue que Zeus les envió a Pandora, la primera mujer, bajo la forma de un precioso y engañoso regalo, dando origen a la raza femenina; impulsada por el defecto de la curiosidad, lo mismo que la Eva bíblica de la tradición judeo-cristiana, Pandora abrió la jarra donde se guardaban las calamidades, asociadas a la muerte, que se esparcieron por toda la tierra; en consecuencia, los seres humanos, ahora ya hombres y mujeres, se convirtieron en mortales”.En la actualidad podemos observar como la violencia simbólica hacia las mujeres y la ideología sexista se siguen validando en nuestro sistema educacional por medio de la utilización de estas obras como temas obligatorios a estudiar por el alumnado de enseñanza media. La mayoría de las veces (por no decir todas) el estudio de los mitos y las obras trágicas se realiza sin una mirada crítica y “aprovechando el carácter pedagógico del género trágico” [6] , el estudiantado absorbe estos textos sin mayor análisis y así los mitos fundacionales hacen gala de sus funciones sociales y políticas ya mencionados. Así el sistema de dominación se reproduce y se naturaliza. Circulo vicioso y armas del patriarcado, la historia se repite a si misma una y otra vez.En relación al papel que cumple el mito de Prometeo en la construcción de identidades de género podemos citar a Mercedes Madrid[7] quién señala que en este relato a la mujer le corresponde un papel estelar por varias razones:1.- Porque recoge la que, desde Hesíodo, se va a considerar la versión canónica del nacimiento de la primera mujer en la tradición literaria griega.2. Porque la fabricación de la mujer es la baza definitiva que esgrime Zeus para derrotar a Prometeo en el duelo de astucia que el titán entabla incesantemente con el soberano de los dioses3. Porque la mujer, junto con el fuego y la agricultura, va a caracterizar y delimitar el espacio que en el cosmos de Zeus corresponde a los seres humanos, frente al de los animales y al de los dioses.4. Porque nadie como ella (la primera mujer) va a simbolizar la profunda ambigüedad que define a la condición humana, no sólo desgarrada entre las miserias que asemejan a los humanos con los animales y esa ansia nunca cumplida de ser como los dioses, si no porque desde la aparición de la mujer la división se va a instalar en la misma especie humana y los ánthropoi (“seres humanos”), aún a su pesar, van a quedar escindidos para siempre en Andrés (“varones”) y gynaîkes (“mujeres”).Podemos señalar que la figura de Pandora es utilizada en Hesíodo para explicar la razón de la existencia de “el mal en el mundo” y a su vez para exponer la causa de la inferioridad “natural” de las mujeres. Las mujeres, entonces, conformaríamos una raza aparte de los varones (aparece el sintagma génos gynaikôn “raza de las mujeres”). Es de considerar que Pandora, modelada/creada por Hermes, nace de un varón al igual que Atenea, quien proviene de la cabeza de Zeus[8]. En este sentido algunas representantes de denominado “feminismo de la diferencia” observarían aquí un claro matricidio[9] necesario para la conformación y cimentación del patriarcado.En relación a Pandora y por ende a la “raza de las mujeres” Hesíodo es claro y determinante al decir:“Pues de ella desciende la estirpe de las féminas mujeres, pues de ella desciende la funesta estirpe y las tribus de las mujeres. Gran calamidad para los mortales, con los varones conviven sin conformarse con la funesta penuria, si no con la saciedad (…) le infundió habla el heraldo de los dioses y puso a esta mujer el nombre de Pandora porque todos los que poseen mansiones olímpicas le concedieron un regalo, perdición para los hombres que se alimentan de pan”[10]Así la tradición mítica se ha traducido históricamente en una herramienta subjetiva de control y legitimación en la medida que justifica las desigualdades y éstas se validan como naturales.Hoy estas narraciones tienen el poder de pasar desapercibidas, en tanto dispositivos de modelación y coerción social, ya que son tomadas por la audiencia como “historias de la historia”. La complejidad radica en ese mismo punto, ya que en la construcción de las identidades y roles de género vigentes en la actualidad emergen tales planteamientos en torno a lo femenino y a lo masculino. La vigencia del mito y en tanto construcción de género ha podido resistir al paso del tiempo (y a la lucha de las mujeres por cambiar esta situación). Así, en diferentes épocas, dichas narraciones han sido restituidas una y otra vez reproduciéndose, digámoslo de algún modo, por partenogénesis. Es decir, estas narraciones son una extensión de sí mismas y de este modo se instituyen en el inconciente colectivo como modelo a través del tiempo.A modo de ejemplo de los recambios discursivos en torno a los roles y status de género fijados desde el patriarcado, es muy interesante ver como en “Emilio o de la educación” donde Rousseau, considerado como uno de los “padres” del pensamiento ilustrado y de la democracia liberal, desarrolla los modelos en que varones y mujeres debían educarse[11], manifiesta postulados muy similares a los de Hesíodo en torno a lo masculino y femenino y a la correspondiente “naturaleza” de éstos.De este modo La Bufa se plantea la actualización y reescritura de la tragedia griega como un método (una mirada modificada) que permite confrontar y analizar estos grandes mitos fundacionales desde una mirada crítica y siempre disconforme, en torno a los mecanismos de poder que son proyectados en la educación formal a través de los relatos que son estudiados sin ser sometidos a revisión, los cuales influyen directa y silenciosamente en las identidades y relaciones de género actuales. Además esta actividad se plantea como un proceso que busca develar las relaciones de poder que se justifican y legitiman por medio del mito y a su vez provocar en la audiencia una actitud reflexiva en torno a dichos mecanismos. Así, podemos plantear la reescritura del mito de prometeo, Prometeo encadenada como un acto político de reivindicación de las humanas por el derecho que escarbar en aquellos discursos cimentados en el inconciente colectivo y que legitiman una ideología tan antigua como el patriarcado, pero que aún hoy en día respiramos cotidianamente.
Notas
[1] Irigaray, Luce. “Tu, yo, nosotras”. Editorial Cátedra. 1992.[2] En relación a esto, Prudence Allen señala que la preocupación por definir “lo que son” las mujeres y los varones, así como la relación entre éstos, ha sido una constante entre filósofas y filósofos de todas las épocas y por lo tanto resulta ser tan antigua como la cultura occidental. (citada María Milagros Rivera en “Nombrar el mundo en femenino”. Editorial Icaria, 2003, página 21)[3] Esta es una síntesis del mito de Prometeo comentado por Gilberto Bergman en http://www.ucc.edu.ni/informacion/public_bergman/prometeo.htm[4] Madrid, Mercedes. “La Misoginia en Grecia”. Editorial Cátedra. 1999. Página 101.[5] Molas Font, M Dolors. “La violencia simbólica en el matrimonio ateniense de la época clásica” Páginas 127 -128. En “Eliminar obstáculos para la igualdad”. Universitat Jaume I. 2005[6] Zaragoza, 2002 citada por Molas Font, M Dolors. “La violencia simbólica en el matrimonio ateniense de la época clásica” Página 123[7] Madrid, Mercedes. “La Misoginia en Grecia”. Editorial Cátedra. 1999.Páginas 82 - 83[8] Atenea destaca por su inteligencia la que al parecer, como característica reservada para el sujeto/ varón, anularía una de las particularidades femeninas más definitorias desde el patriarcado como lo es su capacidad de reproducción, pues ella es infértil.[9] Véase Luce Irigaray, Luisa Muraro, Victoria Sau, entre otras.[10] Traducción de Hesíodo de A. Pérez Jiménez y A. Martínez Días en Madrid, Mercedes. “La Misoginia en Grecia”. Editorial Cátedra. 1999.Página 112.[11] Emilio ha de recibir una educación para la autonomía y la ciudadanía dentro del ámbito de lo público y Sofía una educación orientada a la sujeción a Emilio dentro del espacio de lo privado, pues para Rousseau en la naturaleza de la propia mujer está el deseo de ser subyugada (citado por Cristina Molina Petit en “Dialéctica feminista de la ilustración”., pagina 81). El mismo autor, en relación de la educación de Sofía, señala:“agradarles, serles útil, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos cuando niños, cuidarlos cuando mayores, aconsejarlos, consolarlos, hacerle grata y suave la vida, son las obligaciones de las mujeres de todos los tiempos y esto es lo que desde su niñez se les debe enseñar” (ídem , página 126)

MEDEA




DEJA PARTIR LOS SENTIDOS [Estudio de imágenes – sonido] DEJA PARTIR LOS DESEOS [configuración de movimiento en el ritmo trágico] DEJA PARTIR LOS CONFLICTOS [Estudio del movimiento: cuerpo en el cuerpo: cuerpo como realidad espacial] DEJA PARTIR LAS IDEAS [cuerpo como unidad orgánica] DEJA PARTIR LA FICCIÓN DE LA VIDA Y LA MUERTE [el espectador crea el sentido] PERMANECE EN EL VACIO [Medea es la modulación de un cuerpo que se escribe a sí mismo] Y DESPUÉS OLVÍDA QUE ESTÁS EN ÉL.


TRAGEDIA EN TRES ESCENAS



MEDEA. ¿Dónde están los niños?

CORO. Han muerto.


MEDEA . ¿Todavía tienes algo que decirme, Jasón?


JASÓN. Lo que quiero es huirMEDEA . Tu cabeza, tu sucia cabeza de hombre puede querer huir;tus manos desconcertadas buscanen la sombra,la forma perdida de Medea;bastará un imperceptible grosor de una cadera,un músculo más corto o más largo, para que tus manos de joven,en el extremo de tus viejos brazos,recuerden todavía y se asombren de no encontrarla.Córtate las manosCambia de manos si quieres amar todavía.


JASÓN. Crees que te abandono para amar otra vez. No, te abandono para salvarte.


MEDEA. ¡Me salvarás!¿Qué salvarás?¿Esta piel gastada,esta osamenta de Medeabuena para arrastrar el tedio y el odioa cualquier parte?


JASÓN. No No quiero tu muerteQuiero el olvido y la paz.







FICHA TÉCNICA








Dirección artística.Carolina Muñoz Elenco. Pía Salvatori. /Medea./Cristian Veloso./ Jasón, Coro/ Beatriz Robles./Coro, Nodriza/Estudio del movimiento y composiciones.Cristian Veloso. Interpretación musical. Juan Carlos Yáñez. /Guitarra, bajo/.Gerd Sielfeld. /Vientos/.Víctor Chavarría. /Percusión.Iluminación. Diseño integral. Pedro Fuentealba. Mauricio Álvarez